Recuerda una Semana Santa, a priori, para el olvido, dejándote llevar de la mano de diez papones que comparten, a continuación, sus vivencias e impresiones con todos nosotros: Manuel T. González Medina, Javier García Argüello, Marta Franco López, Juan Amoedo Maneiro, Susana Peña Valle, Agustín Nogal Villanueva, Jorge Revenga, Xuasús González, Álex J. García Montero y Pablo J. Álvarez Robles. Vaya para todos ellos, en nombre de La Horqueta, nuestro más sincero agradecimiento.
Recuerda aquella Semana, de diez días para más señas, que ya jamás olvidarás, contando y recontando por qué fue única, como cada año, aún con las calles vacías cuando debían estar repletas; con los pasos solos, en el momento de estar multitudinariamente acompañados.
Recuerda para que otros recuerden que, sobre sus hombros, recae un peso más pesado que el del paso: el de la responsabilidad de salvaguardar un patrimonio heredado, unas costumbres estrictas, unos hermanos que son el más grande tesoro, una puesta en escena llamada a ser una catequesis en la calle. Recuerda también, con la lectura reposada de estas páginas, que cada procesión es medio y no fin, que la Semana Santa es culmen, sí, pero que nada tendría verdadero sentido sin un recorrido previo, sentido y vivido, que dura un periplo, el que va de Resurrección a Dolores.
Recuerda hoy, o cualquier día, a cada momento, que el pasado –de alguna forma– permanece entre nosotros y nos impulsa para que, este presente que ahora vivimos, forme parte de esos recuerdos, para que −de esa misma materia− se construya el futuro.
Recuerda para aprender y enseñar, para que todo sea un eterno ayer que hoy ya vivimos sin nostalgia. No vuelvas la vista atrás porque siempre es ahora y han desaparecido los límites de la memoria, que vives como la mayor de las realidades, con el ánimo abierto de par en par para recibir cada día un nuevo Viernes de Dolores; para decirle sólo un hasta luego a La Soledad obrera que, Puerta Sol abajo, busca un año más el abrazo con su barrio.
Recuerda que nada empieza ni termina, que la vida es una eterna Semana Santa que tú puedes vivir cuando quieras. Por ejemplo aquí y ahora, pasando la página, abriendo estos Recuerdos.